miércoles, 7 de enero de 2009

La Zona, una película de flaites y cuicos

Hay películas que a uno lo dejan mal en el sentido que presentan una realidad tan fuerte y cruda que la única salida que nos queda, como espectadores, es largarnos a llorar. Una de estas películas es “La zona”. Ignoro currículo pero ocurre en México. Nos muestra la realidad de un ghetto acomodado mexicano que se haya rodeado de marginalidad. El nombre que se eligió para este ghetto recuerda pasmosamente esa metáfora de Tarkovski, “Stalker”, esa pura abstracción. En la película “La zona” el ghetto (una isla dentro de otro territorio, una topología conjuntista) adquiere realidad: un grupo de profesionales acomodados vive en medio de la miseria y se protege de ella con altísimos muros, cámaras, perros y una organización jerárquica y fascista en su interior. Ocurre lo de siempre: la miseria quiere entrar a quedarse con un poco de esa riqueza y, por cierto, se trata de una aventura peligrosa en que se puede perder la vida.

No voy a contar el final de la película. La película es buena y eso quiere decir, en particular, que es instructiva. Pero una clave daré: las relaciones entre flaites y cuicos (esa relación inexistente que cuando ocurre produce siempre algún tipo de shock) se presentan de manera descarnada e imposible. Pero hay una esperanza de comunicación: es un “testimonio” en video que deja uno de los flaites.
Si se la encuentra véala, no puede faltar en la videoteca un flaite que se precie.

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