jueves, 30 de diciembre de 2010

El nombre Bryan

Dentro de los nombres que se volvieron más populares en una época está el nombre Bryan. Es curioso. Los niños de 12 años que llevan ese nombre lo deben, creo yo, a Bryan Adams, ese cantante canadiense que conquistó el mundo de la canción romántica de principios de los 90. Por lo tanto: la fiebre Bryan Adams debe haber sido fuerte. Mi teoría es que muchos de esos niños fueron “fabricados” en una noche de pasión que incluía estar escuchando a Bryan Adams de fondo, quizá en un cassette prestado por alguien que aconsejó “llévate a la minita a la pieza y le ponís estas canciones. Va a caer al tiro. Redondita”. Entonces, como homenaje, la pareja decide ponerle “Bryan” al hijo. En el festival de viña pasado, creo, Bryan Adams comentó esta situación. Y dijo “yo pensé que en este país los niños se llamaban Juan o Carlos”.

De todas formas, parece que los nombramientos-homenaje a los niños son variables en función de los “ídolos del momento”. Lo que refleja claramente una tendencia a la idolatría en la cultura flaite. Pero los ídolos del momento van cambiando con rapidez cada vez más pasmosa y su fama puede durar apenas unos meses. Culpa de la inmediatez mediática.

Hoy me llegó un correo que señalaba los nombres flaites de estos días. Aparecen “Iker” (un arquero) y Justin (un cantante adolescente) entre los más nombrados. ¿Será que las parejas flaite, pero jóvenes ponen esta clase de nombres? Es una interesante opción el análisis de los nombres en función de la edad.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Abajismos

Se habla mucho, en el último tiempo, de aquellos que renuncian a sus privilegios para reunirse con “los de abajo”. Ahora bien, ese tipo de actitud puede ser un riesgo para la integridad personal o para el “valor neto” que recibirían de herencia.

Ante todo, las capas más bajas de sociedad no digamos que viven en jauja. De partida son discriminados por los pacos y la tropa de guardias que campean por nuestras calles. Mezclarse con proletas les hace tener el mismo destino, aunque la puntada final al “este” abajista no se la dan nunca: aparecen las maquinarias legales de sus padres para salvarlo a tiempo. Si esta clase de “escenitas idealistas” se produce con demasiada regularidad el padre puede intervenir de manera más radical enviando a Europa o a USA al abajista aventurero.

En otra época la cosa no era así. Uno de los abajistas chilenos más connotados es, sin duda, Joaquín Edwards Bello. Teofilo Cid es otro caso. Ambos sufrieron los rigores de mezclarse con los pobres. A la discriminación, falta de derechos, oportunidad y hambre, se mezclaba en esa época la enfermedad. Sobre todo la tuberculosis y las enfermedades venéreas. El alcoholismo era otra de las amenazas. Mis dos ejemplos murieron en circunstancias lamentables, ambos eran escritores (un oficio muy mal mirado por las elites de la época) y el destino era esperable y esperado. En esa época, ninguno de los parientes se la jugó por la salvación y la miseria se los comió. Aunque, dicen, Teofilo Cid murió en la calle “tapado por diarios franceses”.

Hay mucho personaje de “clase media” que juega al abajismo, pero no se trata de algo verdadero. De partida, no están arriba y quizá ni siquiera en la mitad. Están abajo. Segundo, es una actitud adolescente con la que expresar cierto tipo de rebeldía ante las tías catoliquillas. Cuando terminan sus estudios (los clase medieros siempre tienen “educación superior” aunque sea en una privada) se les acaban esos jugueteos. Asumen el disfraz del clase mediero promedio, orgulloso de pequeñísimos éxitos como “me dio la mano el gerente” o “me van a subir 50 lucas de sueldo así que me tengo que portar bien”. Pero lo importante es: nunca han sido abajistas. Más bien están abajo.

Una de las formas de abajismo que más éxito ha tenido en el último tiempo es la que tiene que ver con “la cueca brava”. Pero como dijo uno de los cultores más renombrados de la cueca “no sé de donde salió esa cuestión. A mi ninguna cueca me ha mordido”. En fin, se trata de un extraño abajismo, uno que hurga no en los proletas de hoy sino en los proletas del ayer. Por supuesto, esa clase de modas culturales corre el riesgo de transformarse en pura estética, vacía de contenido y por lo tanto una mera apelación a la forma. Con eso, claro, vale más la imagen que los sentimientos auténticos y, al final, se convierte en una cuestión del instante por sobre la constancia. Las actitudes así, en general, pretenden conseguir popularidad, porque “es lo que la lleva”. Pero no tiene nada que ver con una cuestión de principios sólidos.

Al final de cuentas el único verdadero “abajista” es el que, siendo proleta, asume su condición, la defiende, la valora, construyendo a partir de ella una nueva forma de ser, una nueva cultura. Pero, por supuesto, creo que exijo demasiado.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Una defensa al sistema de concesiones carcelario

Una de las aristas que sorprenden en la discusión del tema carcelario es la efectividad del sistema de concesiones. Se han dicho cosas como “miren el señor Lagos que no hizo nada” o “miren el señor Lagos que prometió 10 cárceles y solo dejó 2 funcionando”. Y de ello concluyen que no hubo capacidad de gestión. Pues bien, al respecto puedo decir que son las únicas cárceles de un tamaño adecuado que se construyeron en Chile. Y no podemos decir que funcionan mal. Quizá poseen una lógica más fría (de hecho poseen el índice más alto de suicidios), pero resuelven varios problemas de las cárceles tradicionales. Haré una enumeración somera para que puedan entenderse:

1. Las sobrepoblaciones excesivas de las cárceles usuales no existen puesto que el estado paga un subsidio fijo a la explotación, de tal manera que todo preso adicional le cuesta más al estado, lo que desincentiva el aumento de la población carcelaria. Quizá a la derecha nunca le gustó el sistema de concesiones, porque deseaban sobrepoblar la cárcel.
2. La escasez de gendarmes se resuelve porque muchos de los servicios que requiere una cárcel son proporcionados por empresas externas, con personal externo. Inclusive es posible (porque está contemplado) la utilización de presos con buena conducta.
3. Hay una separación clara de la población penal y establecida por el diseño arquitectónico, de tal manera que no es posible que se mezcle la población penal. Los reos con baja peligrosidad no tienen contacto con los de máxima seguridad.
4. Los condenados de máxima seguridad (usualmente presos más peligrosos o líderes de bandas) poseen celdas donde están solos. Los de baja peligrosidad se hallan de a tres. Eso evita el la formación de “caletas” (como es actualmente) disminuyendo las peleas entre bandas rivales.
5. Hay una preocupación de la sexualidad de los presos, existiendo “venusterios” donde los presos con buena conducta pueden tener visitas con sus parejas.
6. La probabilidad de fuga es muy baja. Hasta la fecha va solo uno, de baja estatura y que pudo fugarse en el carro de la lavandería.

Podría seguir, pero se me acusaría de estar haciéndole propaganda. De todas formas, como siempre, tanta maravilla funciona menos de lo esperado y el costo es elevado: del orden 550 lucas al mes por preso, además de los costos que el estado paga actualmente a la constructora producto de los errores de diseño en que incurrió el MOP. Compárese ese valor con el monto destinado a subvención escolar.

Muchos personeros discrepan del sistema de concesiones justamente porque les parece inmoral destinar 550 mil pesos mensuales (bastante más que el sueldo mínimo) a la mantención de seres que son los peor mirados por la sociedad. Pero a ellos les diría: eso es lo que sale un preso en Chile, con las condiciones de dignidad y seguridad adecuadas. Si a la sociedad le parece caro, pues quiere decir que generar delincuentes es caro. Y esta última verdad deberíamos archivarla en nuestro cerebro y actuar en consecuencia: desincentivar el delito como medio de obtener recursos. De los 81 muertos en San Miguel, el porcentaje mayor estaba asociado a delitos contra la propiedad, lo que quiere decir, delitos asociados a la apropiación indebida de recursos. Ladrones de camiones, asaltantes de negocios, vendedores de Cd piratas, etc. Algunos otros estaban por narcotráfico. Que es en el fondo un delito asociado a la obtención de recursos. Por lo tanto, construir más cárceles concesionadas, eliminando gradualmente al sistema antiguo, golpea de inmediato a la sociedad donde más duele: en el bolsillo. Y con eso, siendo optimista, me imagino que se preferirá disminuir todo lo posible la población penal. ¿Y como se disminuye la población penal? Pagando mejores sueldos puede ser un principio.