martes, 17 de marzo de 2009

El librito de las tribus urbanas

Se ha hablado con alguna regularidad de los flaites en los medios. Existe un medio bastante conocido que difunde la forma de expresarse y la lógica del flaite: la cuarta. Algún escritor o antropólogo ha intentado también la tarea, concentrándose en alguno de los ámbitos de acción del flaite, como es el estadio.

Ahora último salió un libro que, se supone, describe el lenguaje de las tribus urbanas. Al ver algunas de sus páginas, simplemente dan ganas de lanzarlo a la basura. No sé como se ajustará a las demás tribus, pero en lo que concierne a los flaites, el tratamiento es completamente alejado de la realidad.

Lo primero es que los flaites no han sido jamás una tribu urbana: no hay una estética asociada en la misma forma en que existe en un gótico, en un emo o un visual. Por otro lado, y más importante que lo anterior, el lenguaje del flaite no es una adopción o un código rebuscado, inventado hace uno o dos años, ni tampoco requiere aprendizaje. El flaite habla como habla desde que escucha sus primeras palabras; su familia es flaite, su entorno es flaite, sus amigos son flaites, sus compañeros de colegio, incluso sus profesores llegan a serlo. Es decir, el lenguaje del flaite no tiene nada que ver con el lenguaje de ningún grupete que sigue modas importadas de Japón o USA. El idioma flaite es hablado por gran parte de la población pobre en Chile. Es raro que una cuestión tan evidente no haya sido notada por el editor de la “pulenta” editorial donde esta minita cuica ha publicado su libro. La explicación es clara: la minita ni los editores intelectualoides se ha paseado por una población y, mucho menos, tienen amigos de alguna población. Están hablando, básicamente, de algo que no conocen.

Para aclarar lo que digo, basta con mirar su “diccionario” de palabras flaites. Están “socio”, “dar jugo”, warrior, al toque, etc. Todas esas expresiones son usadas por la mitad de los chilenos y ninguno las usa por un deseo adolescente de provocar. Tampoco ha sido un conjunto de modismos aprendidos a la fuerza. Es decir, claramente la autora mezcla “peras con manzanas”. De esta manera, yo llamaría a no comprarlo en castigo por no hacer un trabajo serio.

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