viernes, 11 de diciembre de 2009

Películas Flaites: Ciudad de Dios

La violencia puede llegar a extremos inauditos. La violencia puede llegar a mezclarse con el humor. Todos esos elementos se observan en la película “Ciudad de Dios”. No es nada agradable ver a esos sujetos recorrer su territorio disparando y matando gente. En una guerra desatada y sin cuartel. A veces me pongo a pensar que esas guerras internas se producen por exceso socialización. Los aislados no andan en esos juegos. Importante culpa la del hacinamiento.

Pienso también en los fabricantes de armas. Los fabricantes de armas quieren vender su producto a toda costa. ¿Para qué? Para adquirir poder. Pinochet era de esa clase de maleantes. Usualmente el buen vendedor de armas le vende a ambos bandos. El buen vendedor de armas no tiene escrúpulos. No deja de ser asombroso: el vendedor de armas está vendiendo la posibilidad de la muerte. El vendedor de armas está entregado una especie de colador que deja vivos a los más fuertes o a los más atinados en la guerra de la sobrevivencia. Cuando se inicia una guerra campal como la que muestra la película “ciudad de dios” se sabe que morirán casi todos. De todas formas todos, o casi todos, están dispuestos a entrar en la guerra. Están dispuestos a morir. Desde un punto de vista vital ¿por qué se arriesga el pellejo en algo tan rotundamente mortal? De todas formas, el colador evolutivo es feroz. Casi ninguno sobrevive como individuo y, lo peor, tampoco sobrevive genéticamente. ¿Será la misma lógica en nuestras poblaciones chilenas?. Tarea para más rato. Por mientras evite regalar juguetes bélicos esta navidad aunque su niño se lo exija a gritos.

No hay comentarios: