martes, 29 de diciembre de 2009

Como los güeones

Una de las expresiones que se utilizan a diario en el difícil arte de convencer (y sobre todo de convencer sin esfuerzo) es la expresión “como los güeones”. Si un par de sujetos va por la calle y uno quiere convencer a otro de irse en micro, le dice “¡que nos vamos a ir a pata como los güeones!”. Con eso la discusión queda usualmente zanjada. Porque el otro piensa “En realidad poh. Y yo no quiero parecer güeón”. La base del argumento es colgarse del temor del otro, del temor casi enfermizo que tienen algunos a ser no solo “güeón”, sino que “como los güeones”, una tribu enorme y homogénea de sujetos quizá babeantes como Ungenio González y que, en el colegio, reciben el rechazo generalizado. Y él no quiere ser rechazado. “es muy charcha estar solo” finaliza mentalmente y se sube a la micro.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La feria de la población

Lo que sorprende a diario es la infinita capacidad que tienen los pobres de sobrevivir, porque, después de todo, jubilaciones que implican ingresos de 100 lucas en un hogar ( o incluso menos) se ven como presupuestos que llevan no a la pobreza sino al hambre y luego a la muerte. Pero ocurre un fenómeno curioso: en las poblaciones todo es más barato. El pan es más barato, el gas es más barato, la parafina es más barata, la margarina es más barata, etc. Esto ocurre porque los distribuidores de mercancía entre los pobres (los dueños de los “negocios”, del bazar, etc) son pobres o ex - pobres de tal forma que el margen de ganancia deseado es menor. De esta forma, se pueden comprar películas a 500 pesos en la feria y uno dirá: ese sujeto paga 100 pesos por el DVD virgen y gasta 300 en el proceso de producción. O sea, gana 100 pesos por película. Si vende 100 en un día de feria (una cantidad grande, sin duda) está ganando 10 lucas diarias. No parece un ingreso muy impresionante. ¿Y porqué no los vende a 1000, como es lo que ocurre en el centro? Lo que pasa es que el nicho de venta es la propia población y nadie pagaría luca por una película. Lo mismo ocurre con ropa que se compra en las ferias a precios ridículos: 300 pesos por una polera, etc.

Conclusión, el pobre sobrevive porque, por suerte, existe este mercado informal que es la feria de la población donde se gasta muchísimo menos. Luego de constatar este hecho, me viene a la mente la parábola de Yisuscrais acerca de la multiplicación de los panes. Lo que puedo decir al respecto es que como el sujeto tenía a los pobres como mercado objetivo, los panes “se le multiplicaron” de manera muy natural. No habría ocurrido lo mismo si la repartición hubiera sido en la clase media o en un ABC1. Lo sabe cualquier economista: si se trata de repartir 10 lucas, lo mejor es hacerlo entre los pobres porque además se recibirá agradecimiento. Ya me imagino entregándole luca a un tipo de clase media C2. No me extrañaría que te la devolviera como una ofensa.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Películas Flaites: Ciudad de Dios

La violencia puede llegar a extremos inauditos. La violencia puede llegar a mezclarse con el humor. Todos esos elementos se observan en la película “Ciudad de Dios”. No es nada agradable ver a esos sujetos recorrer su territorio disparando y matando gente. En una guerra desatada y sin cuartel. A veces me pongo a pensar que esas guerras internas se producen por exceso socialización. Los aislados no andan en esos juegos. Importante culpa la del hacinamiento.

Pienso también en los fabricantes de armas. Los fabricantes de armas quieren vender su producto a toda costa. ¿Para qué? Para adquirir poder. Pinochet era de esa clase de maleantes. Usualmente el buen vendedor de armas le vende a ambos bandos. El buen vendedor de armas no tiene escrúpulos. No deja de ser asombroso: el vendedor de armas está vendiendo la posibilidad de la muerte. El vendedor de armas está entregado una especie de colador que deja vivos a los más fuertes o a los más atinados en la guerra de la sobrevivencia. Cuando se inicia una guerra campal como la que muestra la película “ciudad de dios” se sabe que morirán casi todos. De todas formas todos, o casi todos, están dispuestos a entrar en la guerra. Están dispuestos a morir. Desde un punto de vista vital ¿por qué se arriesga el pellejo en algo tan rotundamente mortal? De todas formas, el colador evolutivo es feroz. Casi ninguno sobrevive como individuo y, lo peor, tampoco sobrevive genéticamente. ¿Será la misma lógica en nuestras poblaciones chilenas?. Tarea para más rato. Por mientras evite regalar juguetes bélicos esta navidad aunque su niño se lo exija a gritos.