jueves, 23 de abril de 2009

Casos problemáticos de relación flaite-cuica

Dentro de la historia de la criminalidad nacional, esa que califica para casos de repercusión nacional, se encuentran varios protagonizados por flaites y cuicos, al mismo tiempo. Esto no es raro para el flaite, considerando que existe una convivencia cercana entre el flaite y el delito. Nombro algunos: el Caso Spiniak, el Caso del Tila y el caso de Hans Pozo.

Claudio Spiniak era un empresario, ex dueño de Té Club, que posteriormente se dedicó al rubro gimnasios desde donde dirigía y financiaba toda una red de prostitución homosexual. El caso, además de involucrar políticos, involucraba flaites. Ellos proveían el servicio a Spiniak. En general adolescentes reclutados entre estación Mapocho y Plaza de Armas. Llama la atención la mirada que Spiniak tenía de los flaites. En alguna entrevista decía “yo soy un artista maldito, un perdedor, soy el Bukovski chileno”. Es decir, Spiniak se consideraba un abajista, una variedad de Joaquín Edwards Bello, una variedad perversa. No debemos olvidar que Spiniak también escribía.

El Tila, por su parte, era un flaite. Su afición era robar en casas de ricos. El tila había sido violado a los dos años, fumaba pasta, había estado en todos los programas de rehabilitación del gobierno, había ganado algunos concursos escolares de pintura y poesía. Se veía a sí mismo como un artista. Por supuesto, no solo robaba cuando entraba a las casas de ricos. También violaba a las mujeres que encontrara. El “golpe” más famoso fue el que realizó a una familia creo que de Vitacura. Se quedó durante un día completo. En ese departamento comió, vio tele, violó a las mujeres (la madre y la hija), durmió, se puso la ropa del dueño de casa (que no estaba y no sabría del hecho hasta después de lo ocurrido), habló por teléfono, se puso los perfumes, etc. Resumiendo: el Tila se fue a vivir como un rico durante un día. Un mundo que no era el suyo pero que fue a tomar por asalto. La tortura era parte de su mensaje.

El caso de Hans Pozo es diferente. La historia contiene un arribista, militante UDI y pequeño empresario que vive en una comuna pobre, pero que oculta una relación homosexual con un pendejo pastero al que paga sus servicios. Cuando el pendejo se escapa de control lo asesina y luego lo troza, repartiendo sus restos por varios puntos de Santiago.

¿Qué tienen en común todas estas historias? Las dos primeras tienen una relación estrecha: revelan el problemático encuentro cultural que se produce entre los flaites y los cuicos. En el fondo son relaciones entre ricos y pobres en el contexto de un país con gran desigualdad social: la consecuencia es un desconocimiento brutal del “otro”. La última historia puede que sea una versión irónica: uno de los integrantes quiere ser cuico (es un empresario, de tendencia conservadora) pero no lo consigue aún. Hans Pozo era un obstáculo en este deseo.

lunes, 13 de abril de 2009

La tele

La tele posee varios atributos que pueden ser interesantes. Pero debe decirse, además, que el número de atributos es grande y los teóricos profesionales no se cansan en la búsqueda de más consecuencias de este aparato sin duda fascinante. Parte de la fascinación proviene del hecho de ser un objeto de la “modernidad” que ha develado motivaciones ocultas del hombre, motivaciones que no sé si se habían mostrado en otras épocas.

Lo claro es que el hombre, después de verse a sí mismo y a otros sujetos, embobados frente a la pantalla, pierde un poco de la fe que se tenía en los siglos anteriores. Ya nadie se atreve a definir a la ligera al hombre. No se trataría de un animal racional.

Había un escritor de los 80 que escribió un libro sobre el tema de la tele que se hizo célebre. Era lo más “culto” que podía darse durante la oscuridad del régimen. Me refiero a “La cultura huachaca”, de Pablo Hunneus, donde atribuía al mestizaje “imperfecto” el origen de varios de nuestros males y en particular el hecho de ser buenos para la tele. Pero ¿y los gringos?. Un gringo viendo tele de manera estúpida, un gringo “no mestizo”, un gringo WASP, es un clásico en la actualidad. No solo “los Simpson” lo han revelado. Por supuesto, otro fracaso de los intentos racistas de explicar el comportamiento del chileno. Si es que “la raza es la mala”, entonces, todas las razas son igualmente malas. Y no digamos que los chilenos lo hacemos tan mal como nos quieren hacer creer los derechistas de Chile.

miércoles, 8 de abril de 2009

Cultura de flaites y cultura de cuicos

No vamos a decir que los cuicos son cultos, pero si podemos decir algo bastante claro: tienen acceso a un tipo de cultura que conduce a la obtención de dinero. Los flaites tienen también su cultura, pero tiene mas elementos que conducen al riesgo. El cuico no es un ser que arriesgue en la vida. Un choque en moto le lleva a la clínica, a costosas operaciones, kinesiólogos y al final está jugando rugby de nuevo. El flaite, con accidentes menos graves que un choque en moto queda cojo y menos productivo de por vida.

Pero al origen de todo está la cultura. La cultura que conduce al éxito y la cultura que conduce al fracaso. Los países anglo poseían culturas que llevaron al éxito, los indígenas americanos poseían culturas que conducían al fracaso económico y político. Eso no tiene nada que ver con el otro problema, con cual cultura se es más feliz o se tiene una vida más armónica y más sana. A mi juicio las culturas americanas eran más armónicas, pero eso mismo las hizo (las hace) blanco fácil de culturas desquiciadas como la europea y anglo de los siglos XV al XXI.

Los flaites actuales son el residuo de la cultura indígena original.